El mes de septiembre ha sido productivo en la animación mexicana, pues sólo con una semana de diferencia se presentaron dos largometrajes, algo favorable para la naciente industria. A decir verdad, esperábamos a que la película de la cual hablaremos hoy, se estrenara, pues se había hablado mucho de ella en algunos medios. Así que dejamos de lado las frías imágenes fijas que los carteles mostraban y decidimos ver: “Héroes verdaderos”.
Con un costo de más de 35 millones de pesos, un año y medio de producción y una campaña publicitara similar a la de películas estadounidenses (así lo consignan sus creadores), llegó a la pantalla grande la primera de tres realizaciones que toman la historia de México para darle vida a un relato paralelo. White Knight, del empresario y pedagogo Carlos Kuri, es la empresa que anima una historia de amor entre un criollo y una indígena, nacida de la pluma de Riley Roca y el propio Kuri. Una producción animada en México, Estados Unidos, Taiwán y Filipinas.
En una sala prácticamente vacía, no excedíamos las diez personas, la cinta comenzó y lo primero que pensamos fue: “¡Genial, esto es lo que necesita la animación mexicana!”. Sin embargo, con el paso de los minutos y después de una hora de no pasar absolutamente nada, esa primera impresión cambió. Es verdad, que en el aspecto artístico la animación es buena, fluida, con algunos errores, pero de gran calidad en comparación a las últimas producciones nacionales. Sin embargo, existen otros elementos que demeritan la animación.
Para ser más específicos hablemos de tres componentes de la cinta: 1) Aspecto visual (todo lo que tienen que ver con la imagen); 2) Banda sonora; y 3) El relato.
1. Como ya dijimos, la animación es muy buena, mas el concepto artístico en general parece viejo. Los personajes, demasiado fríos para nuestro gusto, en ocasiones carecen de la expresión idónea de acuerdo a la acción que realizan. Éstos, junto a los excelentes escenarios, artísticos y armónicos, muestran un estilo muy disneyano, sólo que de algunas décadas atrás. Si lo que los creadores deseaban era que los viejos aficionados al cine nos hiciéramos de nostalgia y recordáramos las películas de antaño, lo lograron. Pero habría que preguntarse qué tan conveniente es ese estilo para las generaciones actuales acostumbradas a que la imagen rija su vida. Desde que la animación se acercó a las masas, fue cambiando de estilo, mutando, adaptándose a los requerimientos de la industria, los medios y las sociedades. Así, las animaciones creadas para el cine, tuvieron que adaptarse cuando llegó la televisión (las proporciones de los personajes cambiaron, al igual que las historias). De tal manera que no entendemos el porqué regresar a viejos estilos, nada más faltaba que también se hiciera uso de diversas herramientas del dibujo que ya se han dejado de lado. Aunado a ese estilo se encuentra el empleo del color, anacrónico para los espectadores actuales.
Lo señalado no es equívoco si el objetivo es rescatar el estilo de dibujo y el tipo de animación, para llegar sólo a determinado público. Pero, creemos que éste no es el caso por algunas declaraciones que han hecho sus creadores al ver a la película como un producto para toda la familia, principalmente para los niños, a quienes pretenden acercar a los héroes de la historia mexicana. Si el estilo empleado se complementa adecuadamente con otros elementos, entonces el resultado sería muy gratificante.
Por otra parte, hay momentos en que la proporción de los personajes es mal manejada y nos hace pensar en esos primeros intentos de animación cuando se aprendía sobre la marcha. Además, se presentan movimientos de cámara sin sentido específico y no acordes con la narración. Aunque ciertas transiciones son muy buenas al no romper con el discurso narrativo y unirlo a la imagen.
2. Aunado al viejo tipo de animación está el empleo de canciones. Éstas eran muy usadas hace algunos años, pero las producciones recientes las han dejando a un lado. “Héroes Verdaderos”, presenta en menos de media hora dos canciones, largas y planas para un niño. Canciones de las que podrían ya no acordarse. Y la que habla del encuentro de dos mundos nos hizo pensar mucho en la película de Disney “Tarzán”. Las canciones fortalecen escenas, profundizan situaciones o levantan el guión, pero en este caso demeritan la poco atractiva historia y parecieran llenar esos huecos que tiene el relato. Aunque la canción final es excelente. Si sólo se hubiese dejado ésta, la cinta hubiera tenido un plus. Y la música, tanto objetiva como subjetiva, tiene elementos a rescatar.
Es de resaltar que al menos White Knight creó sus propias canciones y no se inclinó por éxitos comerciales de artistas conocidos y en otros idiomas.
En cuanto a las voces, las pertenecientes a los héroes nacionales (Hidalgo, Morelos, Allende… etc.), con un buen trabajo. Se nota la actuación de la voz, los matices y los estados de ánimo. Pero las voces de los protagonistas de la historia (sobre todo la de Mixcóatl y Carlos) carecen de un trabajo actoral, demasiado planas, sin decir mucho al espectador y en algunas ocasiones no concuerdan con el movimiento de los labios de los personajes.
3. Por lo que respecta a la historia, no sólo hablaremos de ella, sino de algunos elementos que probablemente tengan que ver con el aspecto visual y la banda sonora, pero que forman parte del relato. Lamentablemente, la que esperábamos fuera una muy buena historia, se quedó en una serie de acontecimientos, unidos por coincidencias que no dicen mucho. De ahí que algunos sucesos o escenas podrían suprimirse sin afectarla.
El relato es cansado, aburrido, disparejo y demasiado lento para un niño. Después de una hora de observar una historia plana, no pasó nada trascendente que pudiera hacer que el espectador formara parte de lo que se pretende narrar. El reducir los clímax de cada acto a las canciones es desaprovechar la oportunidad de hacer que el espectador se involucre, se identifique con la historia. Es restarle importancia a un elemento narrativo indispensable.
Además, si lo que se deseaba era hacer que los niños observaran en Morelos, el personaje animado, un héroe digno de admirar (a la par de Superman), el relato principal debió recaer en la historia de los personajes ilustres y la historia secundaria dejarla en el amorío entre los tres protagonistas. En este caso, la historia de México se utiliza, de forma muy superflua, para ayudar a narrar un relato sin fuerza ni trascendencia. Esta forma de tratar la historia no logrará una verdadera identificación de los niños con los héroes nacionales, pero quizá ese no era el objetivo de los realizadores.
Aunado al tratamiento que se hace del relato se encuentran los personajes que no ofrecen más de lo que se puede ver a simple vista. Se presenta una concepción de los protagonistas muy débil y los personajes históricos parecieran ser simples ayudantes de aquellos. No hay definición apropiada de cada uno. Aunque un personaje que pudo ser mejor explotado, es Morelos, pues es el único que posee una personalidad un poco más sólida, definida y atractiva, pero que se deja de lado, como otros muchos elementos.
Y debido a esa concepción de los personajes, surgió el título en esta ocasión, pues no nos queda claro quiénes son en realidad los supuestos héroes verdaderos. Ya que la manera de abordar el tema y presentarlo a un público tan difícil como lo son los niños, no es la apropiada. No están claras las partes del relato (planteamiento demasiado largo, mal manejo de puntos altos, clímax intranscendente y un final sin fuerza). Historia confusa que quizá no comprendan lo niños. Héroes nacionales que se transforman en personajes mal construidos. Y al final seguimos pensando en los llamados héroes verdaderos que esperamos no sean los frágiles personajes ficticios ni los mal construidos personajes históricos.
En sí, la película nos decepcionó completamente, ya que teníamos grandes expectativas. Y casi nos hace llorar escuchar cantar a Hidalgo y Morelos (por qué ese afán de desaprovechar lo bueno que se tiene), y ese final que se convierte en un alegato nacionalista, cursi e ideológico sin sentido, que por un momento nos hizo pensar en políticos mexicanos, parece demasiado oportunista.
La buena forma de animar lo inanimado, la calidad artística que utilizó White Knight junto a una buena historia, darían como resultado una película mexicana de la que muchos nos podríamos sentir orgullosos. Esperamos que las próximas realizaciones de la empresa no tomen a la historia mexicana como un erróneo hilo conductor, o el oportuno atractivo para que el público asista a las salas cinematográficas, de historias planas y sin fuerza. La animación mexicana, y los inversionistas, podrían cansarse de ese oportunismo. Y les recordamos que estas letras, como muchas otras, son sólo una opinión personal y no la verdad absoluta que muchos quieren tomar para generar diversas situaciones.
Hasta la próxima y… ¡Anímense a opinar!