Por María Celeste Vargas Martínez y Daniel Lara Sánchez (Los Anima-Dos)/ Imágenes 1 y 2 cortesía de Bruno Olguín; 3 y 4, cortesía de Édgar Morales
La animación nacional está rodeada de grandes y talentosas mentes creativas. Algunas de ellas han decidido abrirse camino en México a través de mucho esfuerzo, otras eligieron dar sus pasos fuera de nuestro país, pero siempre llevando consigo la consigna de ser mexicanos.
Desde tiempos remotos fueron muchos los que encontraron en otros países la preparación académica que necesitaban, la experiencia laboral o simplemente el apoyo institucional que no tenían. Desde Salvador Pruneda, Carlos Manríquez, Carl Urbano, Bill Meléndez, Manny Pérez y tantos otros que se formaron en los primeros años de la historia animada mexicana fuera de nuestro país (principalmente Estados Unidos), así como los estudios que surgieron a partir de la inversión extranjera, hasta los jóvenes que desde hace unos años vieron en otros países la oportunidad que la animación nacional les negaba. Algunos regresaron después de hacerse de experiencia, otros han decidió quedarse allá y seguir luchando.
Éste es el caso de dos jóvenes animadores mexicanos radicados en Argentina: Edgar Morales Alanís y Bruno Olguín Tampassi. El primero nacido en tierras chihuahuenses y al segundo, el Distrito Federal lo albergó. Ambos, amantes del mundo de la animación, al ver que en el país no había una institución profesional para estudiar y prepararse, decidieron buscar en Canadá y Argentina aquello que cubriera sus necesidades. Respecto a ello, Edgar señala: “Es ahora, en recientes fechas, que más instituciones en México se embarcan en la fomentación de carreras que, de una u otra manera, conciernen a la animación”. Por su parte, Bruno afirma que fue en Argentina donde se le presentó la oportunidad de estudiar lo que a él en verdad le interesaba, dejando un poco de lado el aspecto digital que no era de su total interés.
Cada uno de ellos percibió que México no ofrecía las herramientas que buscaban. Las pocas instituciones que había se inclinaban sólo por la novedad que representaba la computadora dentro del mundo animado, dejando de lado la técnica con la que empezaron los grandes creadores de nuestro país. Parte de la animación nacional comenzó a crecer dentro del mundo digital, muchos se inclinaron por el stop motion y otros cuantos por la animación tradicional: “ […] pero casi siempre, de alguna manera, terminan dirigiéndolo a lo digital”, aclara el animador nacido en el Distrito Federal.
Argentina les ofreció el camino que buscaban, donde encontraron gente profesional, profesores que por ejercer en el mundo de la animación les proporcionaron los conocimientos precisos para poder enfrentar a la industria animada en aquél país. Para Edgar, el cine francés (Tous à L’Ouest, Une Aventure De Lucky Luke), la cadena FOX (La liga de los héroes innecesarios), Cartoon Network, el New York Post, así como diversas producciones argentinas, le han dado cabida a su creatividad. “Todas y cada una de estas producciones nos enseñan lecciones singulares. Desde la animación más limitada, hasta una con animación más fluida”, argumenta el animador, quien también, gracias a cada uno de los empleos en los que ha colaborado, ha aprendido a valorar su trabajo artístico. Mientras Bruno, recién salido de la carrera de Realizador Integral de Dibujos Animados, se inicia en el difícil camino de dar vida a aquello que no lo tiene. La primera producción en la que ha participado es Insert Coin, un corto que animó al lado de otros compañeros de la carrera y cuyo relato y animación muestran creatividad y originalidad, elementos que hacen de esta producción un cortometraje de calidad.
La visión que ambos creadores tienen sobre la animación mexicana es limitada, ya que se han enfocado en las producciones del país donde radican. Bruno, quien prefiere los cortometrajes y admira el talento de René Castillo, habla de los últimos largometrajes mexicanos que ha visto: “no sé si es por cuestión económica o por qué, pero dejan que la computadora resuelva muchas cosas y eso para mí es una lástima […] lo que se está haciendo ahora en el mercado es un abuso de las ‘facilidades’ que nos proporcionan estos programas (en referencia a la animación digital)”. Por su parte, Edgar también hace referencia al hecho de lo mucho que se ha dejado de lado la animación tradicional y al enfoque dado a la digital: “Mi experiencia en Argentina ha sido curiosa, ya que son los proyectos mexicanos lo que han propuesto continuar la animación tradicional para dar vida a sus personajes.” De tal manera, que los proyectos mexicanos, los últimos largometrajes maquilados en ese país, son los que han fortalecido también a la industria Argentina. Además, para Edgar los últimos proyectos nacionales han mostrado un notable interés en hacer producciones vendibles, nada malo desde luego: “Las formulas y temáticas que funcionaron en otros países, no necesariamente funcionan en todo el mundo.”
Así, estos dos animadores nacionales crean fuera de su país y hablan de la percepción que tienen de la animación mexicana desde esos lugares, del entorno educativo nacional y la “industria” misma. “No conozco bien la situación en México, pero es indiscutible para que las artes plásticas y cinematográficas de México prosperen más, es necesario el respaldo de su gobierno, fomentado BUENAS INSTITUCIONES ACADÉMICAS, con instructores, instalaciones y servicios de calidad. Instituciones que realmente busquen desarrollar la cultura artística en el país. Lamentablemente, las oportunidades artísticas entre un país y otro (cual sea que fuese) nunca van a ser iguales”, afirma Edgar Morales. Señalando, también, que son muchas las personas, no sólo en México, que no comparten la pasión que otros tienen por la animación, así que usan a ésta como una forma de negocio, una manera de hacerse de dinero, dejando a un lado lo que en verdad importa: la preparación académica de los estudiantes, al no proporcionarles el equipo indispensable para su desarrollo y al no valorando a los docentes que impartirán una educación de calidad.
Sí, son muchos los que siguen saliendo del país para prepararse o trabajar en otros lugares, sea Estados Unidos, Canadá, España, Argentina... esos jóvenes mexicanos deberían quedarse en su país, crecer con él y aportar su capacidad y talento. Pero cómo lograr esto si el apoyo gubernamental sigue siendo muy poco y generalmente siempre se concentra en los mismos círculos. Y a pesar de que en estos años ese apoyo es mayor que en décadas pasadas, gracias al nuevo boom que vive la animación nacional, sigue sin ser suficiente. Aunado a eso, las pocas instituciones que en verdad ofrecen calidad educativa a quien estudia en ellas, y qué decir de esos oportunistas que ven en la animación algo de moda que les puede ayudar a hacer crecer negocios, sin tener en realidad un verdadero amor por la animación (y hasta tienen la osadía de crear sus propias instituciones educativas, que hacen mención de trabajos jamás realizados y de capacidad que no tienen, con poca ética y una falta total de profesionalismo).
Ahora, ofrecimos sólo dos ejemplos de animadores mexicanos que por diversas causas salieron de su país, pero como ellos hay muchos y los ha habido siempre a lo largo de la historia de la animación nacional. Desde el primer cuarto del siglo pasado hasta nuestros días, los animadores han buscado nuevas oportunidades en otros países, podríamos hablar de todos y cada uno de ellos y entender sus razones, pero seamos sinceros, este artículo sería extremadamente largo. Así que mejor dejamos que ustedes hablen al respecto y… ¡Anímense a opinar!