martes, 16 de agosto de 2016

Feline Follies o el nacimiento de una estrella de cine

Por María Celeste Vargas y Daniel Lara (Los Anima-Dos)

Dentro de tres años se cumplirá un siglo del nacimiento de una de las estrellas animadas más famosas e influyentes del cine: Felix the Cat, o en español, El Gato Félix. Un personaje entrañable, inolvidable, tan bien diseñado tanto en su físico como en su personalidad, que a casi cien años sigue siendo un emblema inamovible de los dibujos animados. Quizá la primera gran estrella de la animación.
   El padre de este maravilloso felino no fue, como muchos piensan, Pat Sullivan. Él sólo era el dueño del estudio que producía sus cortometrajes. El verdadero creador de Félix fue en hoy casi olvidado Otto Messmer, animador sublime y creativo, quien logró darle una personalidad arrolladora al querido gato negro que después saltó a la televisión y a miles de productos comerciales.
   Nuestro querido Félix hizo su debut, aunque con un nombre diferente (Master Tom) en 1919, en cun corto titulado "Feline Follies" (o, lo que es lo mismo, "Locuras felinas"). Es impresionante cómo, desde este primer filme, la personalidad del minino queda bien delineada y desarrollada.
   La técnica rudimentaria de la animación no desmerece en nada la calidad del corto en general, si lo evaluamos (como debe ser) con los parámetros de la época en que fue realizado. Así, notamos en el filme varios elementos pertenecientes a un cómic: los letreros de diálogo (lo cual además era necesario, dado que estamos hablando de cine mudo) o la aparición de las metáforas visuales o sensogramas para indicar el estado de ánimo de los personajes. Por ejemplo, la cola de Félix y su novia Kitty, que se transforman en signos de admiración. Ya desde aquí, la cola de este gran mimo de la animación será un elemento indispensable en sus cortos.
   El relato retoma la cotidianidad de una vida gatuna: los maullidos sobre la barda (que Messmer nos traduce: "Sólo tengo nueve vidas... y viviré las nueve por ti"); las quejas de los humanos por el ruido de los gatos; los ratones que hacen fiesta cuando el gato se va... todo aderezado con personajes simpáticos y situaciones basadas en gags muy efectivos: Félix, como buen gato, se acicala antes de ver a su amada.
   Los elementos cinematrográficos de la época, como el uso del iris para la transición de las escenas, complementan la narrativa visual, así como el lenguaje propio de los dibujos animados: estiramientos y aplastamientos, uso de símbolos (como las notas musicales) a manera de objetos, situaciones inverosímiles que arrancaban la risa de los espectadores de la segunda década del siglo pasado, ansiosos por olvidarse del tremendo conflicto que acababa de suceder en el mundo occidental.
   Este primer y maravilloso cortometraje de Félix nos demuestra, una vez más, que más allá del dominio de la técnica de animar (de la que Messmer era un maestro), una historia bien relatada, aunque sea sencilla y unos personajes bien diseñados, ofrecen una aportación inolvidable al arte de la animación. ¡Preparemos el terreno para celebrar el primer centnario de Félix el Gato!
   ¡Y anímense a opinar!

Pueden ver el corto en el siguiente enlace:


 

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