No cabe duda que la famosa 3D (a la cual deberíamos mencionar mejor como “ilusión estereoscópica”), se ha puesto de moda. Aunque no es algo nuevo, porque la 3D existe en el cine desde los años 50, a partir del éxito taquillero de “Avatar”, pasando por la adaptación a “Furia de Titanes” (que originalmente no estaba pensada para ese formato), gran parte de las películas hollywoodenses están siendo producidas así, pareciera que sólo esta técnica es garantía de éxito en taquilla.
Y como la moda llega a todas partes, las últimas producciones animadas están siendo pensadas en 3D. Aunque dentro del mundo de la animación una de las primeras cintas que hicieron uso de la estereoscopía se presentó en los años 80. La película titulada “Cazador de estrellas” (“Starchaser”, 1985, E.U./Corea del Sur), realizada en animación tradicional, presumía escenas en 3D, muy rudimentaria eso sí, y que debían verse mediante el uso de aquellos antiguos lentes de cartón con una mica azul y otra roja. En la actualidad, casi todas las cintas animadas estadounidenses, además de realizarse con tecnología CGI, se producen para ser vistas en 3D, lo cual, se supone, aumenta las ganancias en taquilla (los ejemplos están a la mano: “Toy Story 3”, “Shrek para siempre”, “Mi villano favorito”, etcétera).
En México, como es de suponerse, la técnica de estereoscopía no había sido explotada por los escasos largometrajes animados que se han realizado en el país, por lo que, el hecho de que una cinta de animación nacional esté realizada de esa manera, ya es de llamar la atención.
Durante este puente Bicentenario aprovechamos los días de descanso para dar el grito en el Zócalo de la Ciudad de México, pero también para acudir al cine a ver, precisamente, la recién estrenada “Brijes”. De entrada, nos llamó la atención que en la sala habíamos unas 25 personas, pocas para un estreno y para una cinta animada en 3D. De ellas, aproximadamente la mitad eran niños.
Una vez más, tuvimos que soportar la consabida media hora de anuncios y avances de otras películas para después, por fin, observar la cinta en cuestión. Debemos decir que, de entrada, la presentación de los logotipos de las empresas involucradas en la producción de la película (Santo Domingo Animation e Ithrax) nos parecieron llamativos y sencillos, además de que la 3D se veía bastante bien. Lo mismo sucedió con el inicio del filme como tal: la 3D nítida y muy bien trabajada, el efecto estereoscópico se notaba bien logrado, en verdad algunos objetos y personajes parecían flotar fuera de la pantalla. Es más, la técnica, al principio se apreciaba mucho mejor que en algunas cintas animadas estadounidenses.
El segundo punto a favor (para nosotros) fue el hecho de mostrar los créditos al inicio de la película, además de que los mismos cuentan con una tipografía y diseño bastante legibles. Esto hace que los espectadores ofrezcan mayor atención a la apreciación de los créditos, al no tener desgaste físico o mental por no comenzar la cinta aún.
Hasta ahí, todo nos parecía aceptable.
Cuando la película ya no nos empezó a gustar tanto fue en la parte de la introducción, cuando se explica la relación original entre los humanos y los brijes a través de la historia. Como parte del relato, esta parte es correcta, pues le da al espectador los elementos narrativos que se manejarán a lo largo del filme; sin embargo, el hecho de meterse directamente con personajes históricos reales de manera tan burda e innecesaria nos pareció un aspecto negativo: ahora resulta que Cuauhtémoc fue martirizado por no decirle a Cortés el secreto de “la sincronía”.
Además, el diseño de los personajes nos pareció poco afortunado. Éste posee evidente influencia del animé (lo cual en esencia no estaría mal, pero nos gustaría más que los estudios de animación del país desarrollaran un estilo propio y nacional) y se notan muy planos. Esto es consecuencia de estar diseñados para animación tradicional o 2D e insertarlos en un ambiente 3D. De tal forma que se sigue presentando el mismo problema que en otras cintas nacionales: los personajes, sus movimientos y los fondos, siguen sin estar integrados completamente. Algo que se aprecia al combinar diversos tipos de escenarios: desde los que están realizados directamente mediante la tecnología CGI (quizá los peores de toda la película, pues no tienen equilibrio y se ven muy falsos) hasta las maquetas, algunas de ellas excelentes y otras muy burdas (en una, se notan que los arbolitos son de plástico). Cuando los personajes se mueven e interactúan en estos fondos, flotan (hay momentos en que los niños levitan sobre las escaleras o por medio de la telequinesis, don que imaginamos no poseen en realidad, logran mover objetos sin tocarlos), originando así una combinación visual bastante desafortunada.
Por si fuera poco, los nombres de los personajes principales (Freddy, Kimo y Atzi) tampoco nos parecieron los mejores. Si se supone que son niños mexicanos que acuden a una exposición en un museo mexicano, ¿no deberían tener nombres nacionales? Entendemos que la idea de los productores y el director es exportar la película, pero entonces, ¿por qué el vaquero de “Toy Story” se llama Woody y no Memo o Akira, o Sosuke de “El Secreto de la Sirenita”, Juan o Vladimir si Pixar y Hayao Miyazaki también realizan sus productos pensando en la exportación de los mismos? Desafortunadamente, se entiende mal este aspecto y se pierde la oportunidad de rescatar nombres mexicanos para los personajes y todo por internacionalizar una cinta. En cuanto a la personalidad de éstos, también resulta bastante plana y estereotipada. Tanto los personajes humanos como los brijes tienen pocas variaciones en su “actuación” y, salvo la ocasión en que Freddy y Atzi se enojan entre ellos, hay muy poca variedad en el manejo de emociones. Un personaje plano y sin fuerza no logrará la identificación con el público.
La animación, por otra parte, aunque fluida y mejor realizada que en cintas de animación mexicanas anteriores, tampoco es nada del otro mundo; sin embargo, su calidad en general es buena. En cuanto a la banda sonora, nos pareció un acierto el no incluir canciones en inglés (como acostumbran hacerlo otros estudios mexicanos) y la música subjetiva cumple su función en casi todas las escenas al acentuar el sentido de las acciones. Además, el trabajo de los actores de voz es eficiente y resulta plausible el hecho de no usar voces de “famosos” o “famosas” que no saben nada de doblaje pero que realizan este tipo de trabajos sólo por hacerlos. Sin duda, un acierto de la producción no buscar el renombre, sino la calidad en el trabajo de las voces.
Y, como suele suceder, donde nos parece que la película tiene su punto más débil es en el relato. Además de las libertades históricas y literarias mal manejadas (ya mencionamos una, pero hay más, como la “actuación” del último emperador chino o el hecho de llamar “códice” al calendario azteca, cuando son cosas diferentes), la historia narrada se va desdibujando poco a poco, de tal forma que el hilo conductor se pierde a lo largo de la película y los elementos narrativos se contradicen y confunden. El manejo de los diversos puntos altos dentro de la historia es dispar, de tal forma que algunos son aburridos. En lo personal, nos pareció mucha pelea física y poca historia. Hace unos años este tipo de relatos (el ejemplo más claro son los Pokemones, Digimones y otros) estaba de moda y llamaba la atención de los niños. Ahora, pensando en productos para la pantalla grande, las historias se inclinan por otros temas. Los estudios, tanto estadounidenses como japoneses, están buscando la identificación del público tanto en los personajes como en las historias que están siendo contadas con elementos reales y cercanos a los contextos de los espectadores. Habrá que ver qué tan aceptado es el relato de “Brijes” por los niños, aunque debemos reconocer que, en la sala, muchos de ellos reían con los esporádicos chistes de la película.
Por otra parte, es notaria la poca importancia que se da al espectador femenino, pues al parecer la cinta está pensada principalmente para niños. Aunque hay un par de personajes femeninos, éstos son intrascendentes, de tal forma que si se suprimen no se afecta el relato en lo más mínimo. Es importante destacar que muchos estudios están rescatando los personajes femeninos como protagonistas de historias (algo que al menos sí intentó hacer Animex con “Nikté”) y que es algo en lo que los estudios nacionales deberían poner más atención. Construir personajes sólidos que fortalezcan las historias.
Pero a pesar de todo, la historia consignará a “Brijes” como la primera película mexicana realizada en 3D, un esfuerzo que se aplaude y que esperemos que abra nuevas puertas al cine de animación nacional.
No nos confundamos: lo anterior es nuestro punto de vista y no la verdad absoluta.
Hasta la próxima y… ¡Anímense a opinar!
¡Seamos pacientes! Ya viene Ana...
ResponderEliminarEsperemos que Ana en verdad tenga algo bueno que ver (si es que algún día logra terminarse). Parece que la calidad artística la tendrá, sólo habría que ver qué tal la historia. Bijes no la he visto y no se me antoja mucho la verdad.
ResponderEliminarPuedo poner mis esperanzas en Carlos Carrera. Pero hasta ahí. Las probabilidades de que Ana destaque siguen siendo fiftififti.
ResponderEliminarQuisiera unos lentes anaglíficos y verlo todo en rojo y azul...
Starchaser no se veía con lentes de colores, sino que ya usaba los lentes polarizados de la actualizad aunque con armazón de cartón. Yo los conservaba hasta hace poco :D
ResponderEliminarQue yo sepa, esa fue la primera 3D en México con lentes polarizados, además de la que se exhibió en el Palacio Chino por las mismas fechas y que no recuerdo su nombre (era de acción, con actores reales).